sábado, 21 de septiembre de 2013

Una decepción anunciada


La selección española quedó ayer apeada de la lucha por el titulo europeo. La hazaña que hubiera supuesto ganar tres campeonatos de Europa consecutivos ha quedado finalmente frustrada. El palmarés de esta generación ya debía de tener tales entorchados, pero se perdió aquella final como locales ante Rusia, y en esta oportunidad tampoco se ha estado a la altura de las circunstancias. Un desenlace que lleva tiempo desarrollándose, ya que desde el Mundial de Japón no ha vuelto a rendir de forma uniforme, siempre especulando, tanto en juegos como en resultados. La cultura del esfuerzo, del respeto por uno mismo y el rival han quedado guardadas en el baúl de los recuerdos, que debió quedarse olvidado en Saitama. Sin embargo, en el deporte profesional, lo único que cuentan son los resultados. Los títulos obtenidos han enmascarado una perenne preparación deficiente. Sólo unas luces en el medio del camino. La corta etapa de Aito fue un corto periodo de luz, pero a nadie pareció importarle su marcha. Nos regaló un campeonato algo irregular, pero nos dejó para el recuerdo una espléndida final olímpica. Después las prioridades en la FEB han sido otras. La selección juega cuando los jugadores quieren hacerlo, y por lo visto, no están dispuestos a hacerlo hasta la llegada del cara o cruz. Una apuesta arriesgada. Grecia se ha quedado fuera por algún extraño resultado en la primera fase. En estos campeonatos la especulación es la reina.


No todo es negativo. Defensivamente los conceptos están muy claros, y bien trabajados. Se aprecia una idea de conjunto bastante clara, e inequívoca de como afrontar cada situación del juego. España es la mejor selección en defensa de Europa, y con diferencia. En lo que el hombre a hombre se refiere, por que la zonal es sumamente deficiente. No es lo suficiente agresiva, y los rivales consiguen tiros demasiado cómodos sin gastar demasiado tiempo en la circulación de balón. El verdadero quebradero de cabeza en este campeonato ha sido el ataque. El otrora libre sistema sin Pau y Navarro pierde fuerza, obviamente. Los roles al parecer, también. Marc ha heredado los de su hermano, y la decisión es acertada. No se pueden poner ningún pero a su campeonato, pero carece del instinto asesino de Pau, y eso en los finales apretados se ha notado. Marc rinde más con otro poste, o con un 4 capaz de hacer daño al poste bajo. La opción de un corte desde el exterior no sale muchas veces. Los exteriores flotan demasiado y no se mueven demasiado, con lo cual se consumen los segundos sin hacer nada de nada. Este inmóvilismo  ha sido uno de los mayores problemas. No se generan muchas opciones, y las pocas ocasiones que se propone algo se ha sacado un buen rédito de ello. El ataque gira en torno a Marc, su capacidad de pase, y el pick&roll central. Pero, ¿y si nos lo niegan? Desierto. No parece haber mucho más preparado. Y eso en este nivel de competición es vergonzoso.



El aspecto mental ha jugado en contra de España casi siempre. Se ha visto un equipo dado a divagar con demasiada frecuencia, y al que hemos llegado a ver deambular por la pista. El liderazgo del equipo parecía huérfano desde la línea exterior. No parecía haber un rol claro de quien tenía que asumir la responsabilidad, y finalmente la cogió Sergio Rodriguez, ya que los llamados a liderar a España desde esta posición no parecían por la labor, o bien la responsabilidad fue demasiado para algunos de ellos. Ha salido muy reforzado de este campeonato. Cuando el partido estaba en un pañuelo, se dejaban de hacer las cosas que habían venido resultando. Actos o inacción de cobardía. España ha sido fuerte cuando ha arrasado al rival, pero cuando no ha podido las victorias son escasas. Falta instinto competitivo, y si te falta tu mejor jugador en ese área, pues más complicado todavía. Orenga ha dado muestras que el puesto le viene sumamente grande. Justito de conocimientos, su único mérito consiste en ser enchufado por Pepe Sáez, y estar en la banda mientras Mirotic casi solo ganaba el oro U20 para España. Ni una solución táctica a los problemas que se le generaban a España en la pista, salvo unas rotaciones en ocasiones difíciles de entender. Un equipo descompensado, en el que no importa lo bien que lo hagas en ACB, que no vas a entrar si no estás en la órbita del señor Sáez. Tenemos los casos Vidal y Nacho Martín, que son los más recientes. Varios jugadores han hecho un campeonato decepcionante, y no merecen irse libres de reprimendas.



Por todo ello, la derrota no es lo gravoso del asunto, sino la forma de producirse. Aunque nos duela admitirlo, todos nos temíamos que esto pudiese suceder. Quizás con un poco más de dureza mental, no se habrían dejado intimidar por los franceses durante el tercer cuarto, que fue lo que les metió a estos en el partido. Ellos sabían que la fortaleza mental española no era a prueba de bombas precisamente. Sabían que si los descentraban lo suficiente, una vez más, tirarían el partido por la borda ellos solos.

Pero no pasa nada, no hay nada nuevo bajo el sol. España seguramente ganará el bronce mañana, y aunque no lo haga seremos testigos de excusas baratas y falsa demagogia.

¡Es el método FEB!

¿Por qué nos gusta Jayson Tatum?